Artículo de opinión de Juan Ignacio López Bas. Portavoz Grupo Municipal Ciudadanos Ayuntamiento de Orihuela.

La noticia de que en Orihuela tenemos, por fin, bandera, no es una sorpresa. O tal vez sí …

Desde mediados ya del siglo XIV tenemos noticia de un estandarte representativo de la ciudad, un pendón de guerra que habrá visto y oído lo que no está escrito: nuestra Señera. O como en Orihuela nos gusta llamarla: el Pájaro, por la oropéndola que corona el mástil que la porta. Pero no me entretendré en la parte histórica del asunto, que para esto doctores tiene la iglesia, como se suele decir. Luego varías una fecha y te crujen a varazos tantos que tanto han estudiado.

Orihuela tiene bandera. La ha tenido siempre. El mismo paño de damasco carmesí con forma linguada y profusamente bordado que solo una vez al año, salvo excepciones muy escasas que se han dado, sale a la calle orgullosa, sin inclinarse, descendida en vertical con cordones de seda desde el balcón principal del ayuntamiento, para procesionar civilmente por su ciudad. Porque es su ciudad, más incluso que nuestra. Y es que esta bandera ha vivido más Orihuela de la que los más viejos que podamos recordar hayan contado. Por eso siempre hemos tenido bandera. O mejor dicho: el Pájaro, nuestra señera, siempre ha tenido Orihuela que pasear y que contemplar desde el balcón municipal, el actual o cualquiera otro anterior de igual rango.

Lo curioso es que desde el ámbito político, que es desde donde han de hacerse, o al menos llevarse a cabo cuando son ajenas, iniciativas en estos temas, nadie parece que en Orihuela se hubiera dado cuenta de que sí, teníamos bandera, pero oficialmente no era tal. Y es que a raíz del título competencial autonómico en materia de régimen local, establecido con el estatuto valenciano de 1982, nadie había caído en que, al menos desde 1990, cuando se regula por decreto por primera vez la adopción de banderas y escudos y otros símbolos locales en la Comunidad Valenciana, así como la rehabilitación de los considerados “históricos”, no podían utilizarse esos símbolos sino pasando antes por el trámite regulado a partir de ese momento, salvo que hubieran sido autorizados y reconocidos antes de la transferencia de competencias a la Generalitat tras la entrada en vigor de la Constitución de 1978. Y ese no era el caso de nuestra bandera. Ni de nuestro escudo, cabe decir. Los dos eran, por así decirlo, unos “sinpapeles” …

De estas cosas se enteró un servidor cuando durante el pasado mandato corporativo 2011-2015, por circunstancias que ya se pierden en la memoria, le tocó como concejal de gobierno gestionar por unos meses desde finales de 2012 el área de Protocolo municipal, y así se nos planteó a mí y a Paco Chumillas, máximo responsable en la materia, por qué no exhibir una réplica en poliéster o similar de la bandera tradicional de Orihuela en el balcón 364 días al año, y dejar el restante, cada 17 de julio, para el Pájaro original. Se nos ocurrió que no muchas ciudades o pueblos del mundo tendrían una bandera que no es igual por ambas caras, y había que presumir, al menos, de este detalle, izando bandera local junto a la española, la europea y la de la Comunidad Valenciana.

Y hete aquí que descubrimos en conversación con Emilio Diz y Antonio Luis Galiano, arqueólogo municipal y cronista oficial de la ciudad, respectivamente, y que ya andaban en materia, que efectivamente tanto la bandera como el escudo de Orihuela eran ambos … “alegales”. Así es que nones. Con ellos confirmamos que no cumplíamos la legislación autonómica en la materia y que, en puridad, no podíamos siquiera utilizar esos símbolos tradicionalmente aceptados como oficiales y representativos. Así lo establecía la ley. En resumen, hemos estado al margen de la ley en este tema desde 1990, sino desde el mismísimo siglo XIV, vaya usted a saber … Aunque hay que ser honesto, estos dos sabios ya llevaban trabajo avanzado en el tema.

El caso es que hablamos con varios expertos en vexilología (yo mismo aprendí que esto existía en ese momento: la ciencia que estudia las banderas), y concertamos incluso reuniones con el Consejo Técnico de Heráldica y Vexilología de la Generalitat para tramitar la legalización de nuestros símbolos (bandera y escudo).

Pero el problema en 2012 era que la norma vigente, de 1994, establecía que solo los municipios que contaran con escudo oficial podrían tener bandera oficial, bien nueva bien histórica. Y ya saben cómo está lo del escudo … De tesis doctoral.

Para colmo, en enero de 2013 me dio la ventolera de dimitir como concejal de gobierno y dejé el expediente sobre la mesa, a la espera de que quien me sucediera lo retomara. De hecho, presenté una moción al Pleno oriolano en mayo de ese año para que se siguiera lo empezado y se oficializara el escudo como primer paso para reconocer a continuación la bandera. La segunda como símbolo histórico, por ser de uso anterior e ininterrumpido anteriormente a 1837; el segundo no, por el mismo motivo pero a la inversa. Por moderno, vamos, se pongan como se pongan algunos … Pero el Pleno dijo no.

Paréntesis: ¿que por qué lo de 1837? Pues porque es cuando se considera en España, con la promulgación de la Constitución de ese año, que acabó aquí el Antiguo Régimen. Y hasta aquí puedo leer.

De 2013 a casi 2017 ahí estuvo la cosa parada, hasta que en el actual mandato corporativo es la concejala Rocamora la que recoge el testigo y se pone con la cuestión por una moción presentada por quien suscribe, donerrequeerre, una vez más, en septiembre de 2016, y venga que si el escudo, que si la bandera, que si el protocolo …. Y de ahí al susto del pleno de 28 de diciembre de 2017, día de los Inocentes, en el que se dio la sorpresa (para algunos) de que el Pleno oriolano aprobaba provisionalmente bandera y escudo, nada menos, ahora ya a cuenta de legislación nueva, de 2015, que no exigía tener escudo primero para poder tener bandera. Y es por ello que hayamos culminado el asunto teniendo ya bandera histórica, aunque aún no escudo.

Y sobre el escudo solo diré lo siguiente: no lo tenemos, oficial, porque en Orihuela somos más papistas que el papa, incluso cuando no tenemos razón, aunque queramos ser la octava maravilla del mundo. Que seguro que somos la pera, sí, pero sin pasarse … Y fin de la cita.

Lo confieso: me hubiera gustado, y mucho, empezar el tema y poder terminarlo con escudo y bandera oficializados. Pero hay que reconocer que hay quien ha trabajado, y mucho, para llegar a que desde hace unos días Orihuela tenga como bandera oficial el paño que nos ha acompañado, representado y emocionado a generaciones enteras de oriolanos. De Orihuela y de fuera, que también los hay. Bien está lo que bien acaba.

Aunque realmente nos queda trabajo, porque hay que retirar y dejar descansar a la señera original, que no aguantará mucho más. Aun a pesar de salir a la calle solo un día al año, es demasiado castigo para ella, y se deshilacha solo ya por el peso que supone la posición vertical en su asta de madera. Por su propia catalogación patrimonial exige de atención y cuidado para ser conservada para siempre. Es necesario por ello, ahora que legalmente podemos, guardarla y exhibirla en condiciones, y usar su réplica con todos los honores que procedan cada 17 de julio. Y colgar, claro que sí, en nuestro balcón municipal, en nuestro salón de plenos, en cada lugar donde deban usarse los símbolos locales, esa bandera extraña y vieja, de dos caras diferentes, que lleva bordados identidad, devoción y afrenta, como la que supone, bien entendida en su debido marco histórico, el escudo de Felipe V en su haz, para recordarnos que, en la Guerra de Sucesión, Orihuela fue austracista y se rindió al Borbón un 11 de octubre de 1706.

Necesitamos una bandera antigua hecha de material nuevo, ecológicamente sostenible y, a ser posible, ignífugo, que anda el mundo de los símbolos revuelto. Y con la original nos queda entender nuestra propia historia, la que refleja esa bandera que ya tiene papeles, que ya es oficial. A ver si así, mirando de dónde venimos, averiguamos de una puñetera vez hacia dónde vamos.

Espero que comprendan que la quiera, aunque sea por un momento, solo para mí.

Enhorabuena a todos.