La Real Academia Española de la Lengua define posverdad como “la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.
Reconozco que el de Cala Mosca fue uno de esos temas que durante mis cuatro años como concejal de Urbanismo más inquietud me generó. No hubo desvelos nocturnos ni inseguridades, quizás por la convicción de estar siempre respaldado por argumentos técnicos y jurídicos sólidos de gente que sabe más que uno y que siempre estampa su firma en el circuito del aplicativo antes que la tuya, que siempre es la última. El vértigo de este asunto estaba más relacionado con la interpretación de la gente de la calle y el uso político que del mismo podrían hacer el resto de grupos políticos en unas fechas muy próximas a la cita electoral del pasado mes de mayo. Y es que es ahí, en las explicaciones que damos a los ciudadanos, donde todo se complica bastante.
Miren, en septiembre de 2021 hice lo mismo que estoy haciendo en este momento: cogí mi portátil y empecé a escribir un artículo que celebraba en su primer párrafo el saludable debate que se había generado en la calle, en cafés o en reuniones de asociaciones a propósito de la aprobación en Pleno de la modificación puntual del plan parcial de Alameda del Mar. Especial efervescencia generó esta cuestión, como es lógico, entre los vecinos de Orihuela Costa. Apuntaba en aquellas líneas que aquel acuerdo plenario sería el punto y seguido del tramposo relato construido tiempo atrás por la izquierda oriolana sobre este espinoso asunto.
Para ubicarnos mejor, conviene recordar que el Plan Parcial de Alameda del Mar fue aprobado en 1995, pero ya cinco años antes, en 1990, el Plan General de Ordenación Urbana clasificaba el sector D-1 como suelo urbanizable programado. Por tanto, no era esta una iniciativa nueva y personal de quien escribe ni mucho menos un compromiso de un gobierno de coalición en el que, muy a nuestro pesar, nunca hubo un diálogo real, sensato y responsable sobre ninguno de los temas de envergadura. Este, sin duda, lo era.
Siempre defendimos que poco se podía hacer para paralizar el proyecto, que estábamos en una fase avanzada de tramitación de un expediente “histórico” que afectaba a un sector física y jurídicamente consolidado que contaba con todos los informes necesarios de los diferentes entes y de las distintas administraciones –local, autonómica y estatal-. Frente al perverso verbo de Cambiemos y la ambigua posición del grupo socialista -ambos con un discurso aquí y otro en Valencia-, nosotros siempre apostamos por defender hasta la extenuación los intereses de los oriolanos, exigiendo la protección del territorio, garantizando la ejecución de infraestructuras y protegiendo al Ayuntamiento de Orihuela de una responsabilidad patrimonial que se estimaba en unos 200 millones de euros que habría condenado ‘per secula seculorum’ las arcas municipales.
Si es complicado que entiendan todas estas cuestiones quienes no están dentro de esta jungla que es la política, les aseguro que tampoco resulta sencilla la pedagogía cuando fundamentos serios y sólidos –aunque puedan ser impopulares- en un tema tan sensible como este se rebaten con acusaciones veladas, sospechas ficticias y el catastrofismo propio de quienes solo querían –y quieren- engañar a la gente. No había nada que esconder, no había extraños vínculos político-empresariales, no nos gustaban las mesas-paripé de negociación… Nada.
Solo el tiempo, la paciencia y la honestidad nos da la razón a quienes entonces optamos por abrir el paraguas para aguantar el chaparrón promovido por el más zafio populismo, a los que apostamos por el sinuoso camino de contar las cosas como son; solo el tiempo deja en evidencia a los que ahora guardan silencio por vergüenza después de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana haya declarado firme la sentencia que dictó el pasado 14 de noviembre y que avala la plena validez de la modificación puntual del plan parcial de Cala Mosca.
Ahora que escampa y que por fin salen los primeros rayos de sol, honraría a Cambiemos Orihuela comparecer ante los medios para contar que han sido condenados a pagar las costas por el recurso contencioso-administrativo interpuesto en contra del acuerdo del Ayuntamiento. ¡Que también lo explique Karlos Bernabé! Y, ya puestos, pedir perdón a un tal Aix, servidor, que actuó conforme a derecho anteponiendo siempre el interés de los oriolanos. Aunque, claro, esto sería contar la verdad, pero a ellos les va más otra. Ya saben: la posverdad.