Hace días que sabemos que esta próxima semana tendremos encima otro episodio de DANA, o de “gota fría”, como quieran llamarlo. Desgraciadamente tenemos demasiado presente el último susto caído del cielo en forma de agua y que se llevó en unos días, desde el pasado 12 de septiembre, vidas, hogares y empresas. Y que trajo, tras el miedo, la frustración de ver que los daños, con total seguridad, fueron más graves por la falta de mantenimiento del cauce del río Segura, con motas y márgenes en estado lamentable de conservación. Si sumamos a esa situación una desidia absoluta en la realización de nuevas infraestructuras hidráulicas planificadas y valoradas económicamente, tales como el encauzamiento de la rambla de Abanilla, o roturas en canalizaciones como el del Trasvase Tajo-Segura o del canal de desembalse del pantano de Santomera, que se produjeron por, precisamente, para lo que fueron construidas, el paso del agua, el resultado no podía, aparentemente ser otro que el que tuvimos.
La pregunta ahora es si se ha aprendido algo. Si lo que pasó en septiembre ha hecho que alguien recapacite sobre todo lo que se ha estado haciendo mal o, simplemente, no se ha hecho, desde hace años, si no décadas. Y en este punto cabe preguntarse, con una nueva DANA a las puertas en apenas unas horas ¿qué está gestionando la Confederación Hidrográfica del Segura?
Como órgano público estatal gestor del recurso hidráulico en la cuenca del Segura, la CHS parece tan en shock como lo han estado tantos y tantos ciudadanos de a pie que hoy todavía buscan enseres, retiran barro o limpian inmuebles y vehículos. Las motas del río siguen sin ser afianzadas. De hecho, ni siquiera se ha actuado sobre márgenes que aún hoy tienen terreno pendiente de un hilo, a punto de derrumbe, dejando puertas abiertas a un cauce que, ojalá nos equivoquemos, volverá a conducir agua, mucha agua de golpe, hacia el mar. No se han retirado escombros y cañas de muchas zonas encauzadas que volverán a taponar el curso del agua, y la CHS parece haber hecho mutis por el foro a la espera de acontecimientos, cuando su principal labor debiera ser prevenir, visto que paliar no es lo suyo.
La denuncia de quienes están a pie de río es constante desde el día siguiente posterior a las desgraciadas jornadas de septiembre, pero nadie de la CHS parece reaccionar, anunciar actuaciones, presupuesto y, sobre todo, informar de qué pasa y qué puede pasar en las próximas horas si de nuevo el cielo se nos desploma encima.
Ni por parte de la CHS ni del Ministerio para la Transición Ecológica, del que depende aquella, se tiene noticia de qué se va a hacer. No es ya una cuestión de ayudas que, pese a la urgencia, de urgentes no tienen nada, porque las primeras, de la Comunidad Valencian, han tardado más de un mes, y de las estatales aún no se sabe, salvo el farragoso trámite burocrático para su solicitud. Es cuestión de voluntad política que ponga en marcha los mecanismos para poner en marcha inversiones y obras absolutamente necesarias. Y no de ahora, sino de muchos años atrás, tantos como de incertidumbre y desesperación hemos tenido en el sureste español cuando nos anuncian lluvia. Está bien que nos visiten y vean los efectos de las inundaciones, que nos palmeen la espalda y nos den ánimos, pero lo que necesitamos es ayuda y solidaridad efectivas y un proyecto en firme que llevar adelante en la cuenca del Bajo Segura que evite estos episodios. Y para eso hace falta iniciativa política a partir de información técnica. La segunda está, pero la primera sigue sin aparecer.
No estamos ante un problema solo de los actuales dirigentes de la CHS y su Ministerio, pero sí es un problema que deben gestionar ellos. Y si no, deben dimitir inmediatamente y dejar de mirar al cielo y apuntar a sus jefes en Madrid cuando se les recuerda que su gestión, la reciente y la pasada, ha sido nefasta, si no, como ya apuntan algunos, criminal. Deben dimitir todos y marcharse a casa, los de ahora porque son los que están, por no haber escuchado y atendido las advertencias de quienes avisaban de que el río y sus infraestructuras no estaban en condiciones. Y aquellos, junto con los que le precedieron, deben explicar su gestión. Al menos sabemos que van a ser breves. Para explicar nada no se necesita mucho tiempo.
Solo espero, visto lo visto, que esta semana no tengamos que lamentar de nuevo que, una vez más, llueve sobre mojado. Recordar todo lo que está pendiente es lo mejor que sabemos hacer. Llevamos años en ello.
Artículo de opinión de Juan Ignacio López Bas, abogado y diputado nacional por Ciudadanos